jueves, 2 de diciembre de 2010

Recuerdos

Abrí los ojos y me encontré envuelta en sábanas tibias, sedosas, vaporosas que escurrían por mi piel acariciándola despacio. La luz anunciaba un sol tímido tratando de colarse por las cortinas de bambú de la habitación desconocida en la que estaba amaneciendo.
Deslizando un dedo sobre mi pecho me percaté de la desnudez que me cubría desde hacía algunas horas. En la mesita de al lado estaban los vasos medio vacíos de whiskey.
Una musiquilla me sacó del sopor que me embargaba y lo vi acercarse al lecho. Sostenía dos tazas de café y sonreía. sonreía y me miraba con ternura y calor al mismo tiempo. Recordé.

Después de una larga charla de las coplejidades de la vida, oyendo buena música y bebiendo un rico vino, no sé quién inició.
Primero fue un beso, corto y pausado, suave, los labios apenas se tocaron y el calor fue tal... ardían de deseo. Parecía que habían estado esperando ese momento largo tiempo, muchas vidas atrás.
Sus manos en mi cara, con los ojos cerrados, poco a poco se fue acercando más, se acercaba a mis senos cálidos, a mi vientre palpitante, a las piernas que me temblaban, esas mismas que tantas veces le habían enloquecido los ojos.... ¡le deseaba tanto!
Los besos se iban humedeciendo, los cuerpos se fueron abrazando; retozamos largas horas con nuestras bocas juntas, esperando vencer el límite de las telas. Tímidamente acariciaba mi espalda mientras yo desabotonaba su camisa, botón a botón, clavando un poquito nada más, mis uñas en su carne, blanca, ligera, mía....
Unos sorbos de escocés, un cigarrillo, esos de "suicídese despacio", algunas palabras cortas, otro abrazo, una mirada profunda urgando en las pupilas, me mordía los labios,... creo que le gustaba verme morder el labio.... y continuaba la exploración de nuestros cuerpos sedientos uno del otro, atemorizados un poco por ser nosotros, sabiendo que siempre, desde hacía siglos esperábamos el momento de traspasar la barrera del tiempo y recordar quienes fuimos, dónde estuvimos, qué días habíamos vivido, pero.... no sucedió.
Nunca vencimos esa barrera; a veces se coronaba con lágrimas la despedida, y cada que podía, corría de nuevo allá, a esa habitación suya tan mía... y me abrazaba a sus labios y a sus piernas, y nos besábamos hasta el cansacio tratando de encontrarnos de nuevo.... tal vez en otra vida.... tal vez luego... tal vez vuelva a besar esa boca mía.
Está rico el café, ven conmigo, acuéstate aquí, a mi lado, deja que te acaricie el cabello y mirar tus ojos negros y besarte después toda la cara, ven amor, vivamus.....

1 comentario:

jess dijo...

Mira nomás!!!

Qué bien que te hayas dado un espacio para volver a escribir.

Realmente tienes un genial talento.

Por alguna extraña razón, el café y el whisky son las bebidas que han estado ligadas a los grandes hombres de mi(s) vida(s).

Ambientas increíblemente amiga!

Un abrazo!