martes, 3 de junio de 2008

Estaba sentada, esperando. Un guiño en la mano y en la otra el libro. No recordaba el nombre, hasta que un pequeño que se acercó con cara de travesura. Peter Pan. No estaba segura de que fuera ese el título pero el gritito del niño fue suficiente para transportarme a otro tiempo y espacio. Una ciudad más o menos lejana y la música sonando: Il Baletto di Bronzo. Dos segundos después y estaba dibujando un elefante con lujo de detalle. Los colmillos. Las arrugas. Las grietas por las que se filtraban los sonidos de Tomita. Los latigazos. En un instante era The Hang Man de Rick Wakeman, y una pequeña corriendo. Van Halen y el "para atrás". Bohemian Rhapsody, un chicle y el trauma de tres meses. La llegada de mi hermanita. El nuevo miembro de la familia, tan deseado y tan esperado. Tan amado.
-Pase señorita.
Vuelvo al segundo exacto en el que estaba haciendo cosquillas al pequeño que sonreía para mí.
Que bella ironía, tan trillada y tan tristemente cierta: cuando eres niño quieres crecer, y cuando creces, quisieras volver. Sin duda, los momentos más hermosos de mi vida.
Queda mucho camino por andar, miles de historias por escribir. Hoy es un buen día para empezar.