jueves, 2 de agosto de 2007

Don Luis

Hoy me siento de la chingada. El estómago muy mal, amargo, caliente, revuelto... esa angustia, esa maldita certeza de que tiene qué suceder algún día, para todos.

Mi amiga y compañera de casa y yo, nos salvamos de que nos cayera en la cabeza la alacena de la casa de acá, pero mi abue no se salvó de estar en terapia intensiva. Las cosas no se han definido, tampoco el discurso que tengo que preparar para mañana, pero me siento con una profunda tristeza y deseperanza este día.

Me duele mucho, ese ardor en la boca del estómago y las lágrimas que he de contener varias horas, hasta saber con certeza qué pasa o qué va a pasar. Es la conciencia de que así es como debe pasar, y la desolación que siento ante el "qué voy a hacer", qué va a ser de mi tía, qué de mi adorado padre, qué... supongo que me apresuro, digo, las cosas no se han definido, lo cierto es que es un anciano hermoso, cuya filosofía de vida es de lo más intensa y profunda... espero haber aprendido todo lo que debía, y tener la oportunidad de seguir aprendidendo de él por mucho tiempo más, y poder después, transmitirlo yo también, con la misma dulzura y naturalidad con que él lo hace.

Agradezco sus pensamientos y plegarias por la pronta recuperación de mi papá Luis, de mi abuelito querido...

2 comentarios:

Alfredo dijo...

Ya sabes que son muchas, por ti, por tu familia, y por el, que dijo que eras de su proiedad.

Fue un honor conocerlo, es un honor cuidar lo que tanto quizo.

No queda más que decir,el Señor da, el Señor quita, así es la vida, es la ley natural.

Todo mi apoyo amor mio

Jana Suro dijo...

Solo puedo decir gracias.
Gracias porque lo conociste, y por cuidar de mi.
Gracias por ser tú.
Gracias...