domingo, 6 de enero de 2008

Todo mal...

...tiene dos remedios: el tiempo y el silencio.

He perdido la cuenta de los años que han pasado; he perdido la noción de las horas y los segundos... al fin que no los necesito.

Si he de vivir eternamente y soportar la tortura de no morir, por lo menos me queda el consuelo de saber que cualquier mal que haya padecido, ha de remediarse por ambas vías, la del tiempo y la del silencio... tiempo es lo que me sobra y palabras no han de nacer ni en el pensamiento, considerando que ya casi no me acuerdo del color de mis labios antes de la noche.

Tiempo y silencio. Así lo dijo el maestro Dumas a través de Edmundo Dantés mientras maquinaba la venganza que habría de sanar su espíritu.

Empero, me queda claro que a pesar de mi silencio y de los siglos, el infierno de mis entrañas es irreparable; el fuego que siento por dentro no cesa y tengo que acallarlo a veces con lujuria, otras con dolor y en ocasiones con muerte...

No. Hoy, creo que no tenía razón. No todos los males tienen el mismo remedio.

Quiero morder ese cuello, hasta destrozarlo y romper en mil pedazos esos ecos del pasado, dejar atrás esos ojos malditos que me hicieron lo que soy y que no dejan de perseguirme en mis alucionaciones febriles; quiero empezar de nuevo con sangre nueva y nuevos tiempos, horas y segundos diferentes con otro ardor, con un poco de sentido, con algo de rumbo.

Es menester que desaparezca hoy, antes de dañar a alguien. Veo a algunos pasearse por esta calle mojada, con ese maldito olor a humedad y a viejo que no deja de perseguir mi fútil existencia.

Me marcho esta noche, a un lugar donde haya estado jamás, a una ciudad en la que pase desaparcibida y no me puedan encontrar, y esos malhadados recuerdos han de desaparecer junto con la última luna de octubre para ser indetectable.... invisible a la mente persecutora de esta miserable creatura en la que me convirtió....

He de besar su boca sangrienta jamás, no habré de golpear mi cuerpo con el suyo de nuevo,....

Este maldito calor me quema por dentro y arderá por la eternidad. Nadie puede saciar ese deseo y esa rabia, el odio que hace que le ame hasta la eternidad y que me impide estar a su lado ya. Silencio y tiempo. Calla, no hables más, déjale ir, o mejor dicho, vete ya, antes de que te alcance y sea muy tarde.

Y con estoicisomo me dirijo hacia el amancer para no verle más, clavando los colmillos en mi propia alma.... ¡que estupidez! en mi alma....

Hasta nunca, padre amado.